2008-09-05


El gen del compromiso, el de la monogamia o la vida conyugal: RS 334
N. RAMÍREZ DE CASTRO MADRID Miércoles, 03-09-08
Le hemos llamado el gen de la fidelidad, pero también podría conocerse como el gen del compromiso, el de la monogamia o la vida conyugal.
En realidad, su nombre científico es menos estimulante: se llama RS334 y gestiona la vasopresina, una hormona relacionada con la respuesta sexual y los afectos, que tiene más presencia en los hombres. Tener una determinada variante de ese gen cuenta más allá del bienestar fisiológico. Posee el poder de influir en la capacidad de compromiso de los varones. En ser promiscuo o monógamo o incluso en la capacidad de lograr una convivencia feliz con su pareja.
O al menos, eso es lo que creen los investigadores del Instituto Karolinska tras estudiar la presencia de esta variante genética, así como la calidad de las relaciones de 552 varones suecos con sus respectivas parejas. La investigación se prolongó durante cinco años y sólo contó con parejas heterosexuales. En total, se involucraron 1.204 personas. En las entrevistas se preguntaba cómo era su convivencia, si discutían o se besaban a menudo, la frecuencia de sus relaciones sexuales, su romanticismo, o cómo veían el futuro en común.Es lo que creen los investigadores del Instituto Karolinska tras estudiar la presencia de esta variante genética, así como la calidad de las relaciones de 552 varones suecos con sus respectivas parejasAl analizar el ADN se buscaron las variantes de determinados segmentos del genoma que están relacionados con el gen que regula la vasopresina. Y hallaron la «334». Combinaron la información genética con la obtenida de las entrevistas y descubieron que había una relación entre los genes y los vínculos que los hombres establecían con sus parejas.
Los hombres podían no tener ninguna, una o dos copias del gen RS334. Los que carecían de esta variación genética eran los más devotos con sus parejas y los que no habían temido pasar por el altar o el juzgado para formalizar su relación. También eran los que provocaban menos reproches de sus parejas. A medida que se sumaban copias, se daba la vuelta a esa situación. Era más facil que los hombres con dos copias del gen no estuvieran casados. Y si lo estaban, acumulaban más crisis maritales y amenazas de divorcio en los últimos cinco años que los otros. Los detalles de esta investigación se acaban de publicar en la revista «Proceedings».

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